El paseo y el canto de los pájaros

Hoy he salido de paseo con la idea de hacer ejercicio, caminar rápido, casi corriendo. Ha llegado la primavera y con ella los días llenos de luz y también las ganas de ponerme en forma y perder algunos kilos.

Pero no he podido, me ha resultado imposible. Creo que desde la entrada de mindfulness en mi vida ya nada es como antes. Antes los paseos estaban muy bien, caminaba rápido por las montañas, podía ver una espléndido paisaje pero me perdía docenas de momentos; mi mente iba ajetreada pensando en lo que había ocurrido ese día, en lo que iba a hacer mañana o en lo que había dejado de hacer por estar caminando. Además me marcaba como objetivo, al menos dos horas de caminar rápido para que sirviesen como ejercicio aeróbico.

Pero ahora ya no se trata de un paseo ni de hacer ejercicio, ahora salgo a caminar y, simplemente, me dejo llevar y soy yo con la naturaleza. Siento las plantas de mis pies sobre la tierra, a través de las zapatillas los dedos conectan con el suelo y me siento ligada al lugar que piso. Camino más despacio, porque de ese modo se producen momentos en los que siento que formo parte de ese lugar y los colores de las flores son más intensos y la luz sobre esa ladera de la montaña me llega de otra forma. Y puedo escuchar, creo que antes oía, ahora escucho. Descubro cuantos pájaros Iphonespring14 080distintos cantan en el bosque. Y me quedo anclada en el canto de la Curruca capirotada un pequeño pájaro que se camufla entre las ramas y hojas del bosque y que en este lunes de primavera no deja de cantar. Allí me quedo un buen rato siendo yo también curruca, formando parte de ese lugar.

Y por la noche pienso en las razones por las que cantan los pájaros, cantan al amanecer y al anochecer para marcar su territorio, cantan fuerte y alto los machos para decirles a las hembras que los elijan a ellos como padres de sus pollos, cantan para mantener los vínculos cuando se agrupan. Un día me preguntaron si los pájaros cantan cuando se sienten felices, quien sabe, nosotros cantamos cuando estamos contentos, yo creo que los pájaros nunca están tristes.                                                                                                                                                                                                                                                    Elisa Andrés Gil