Pertenencia a un lugar

Después de muchos meses de estudio y práctica de mindfulness, comienzas a ser consciente de los cambios que se producen en ti. Se trata de un proceso profundo en el que quizás lo más potente es la oportunidad de ser consciente de quien eres, algo que podría parecer evidente pero resulta que no lo es tanto. Comienzas a despertar y a descubrir tu esencia, la vida, eso que eres y que estaba cubierto por deseos, apegos, aversiones, percepciones… Como siempre comentamos con el grupo de estudio del Master en Mindfulness, ya nada volverá a ser como antes.

Al cambiar tú, la relación con el “mundo” se transforma y todo a tu alrededor aparece de un modo nuevo. Es difícil de explicar con palabras, pero sencillo de sentir y vivir. Os lo cuento con un ejemplo:

Desde que recuerdo siempre he dicho que yo no me siento de un lugar concreto. Nací en Zaragoza, viví en un pueblo de Teruel unos maravillosos años de infancia y ahora vivo en las montañas, he viajado a muchos países, he recorrido diferentes bosques, ríos, montañas, desiertos y siempre, en cada uno de esos lugares, he sentido que pertenezco a esos paisajes.

Cuando soy la esencia de mi misma, siento la Tierra bajo las plantas de mis pies y consigo conectar con mi pequeña parte de polvo cósmico que un día fuimos y entonces soy el amarillo de los atardeceres, soy el sonido del viento de norte, soy la maravillosa perfección de un copo de nieve, soy la hoja que cae del árbol movida por el suave viento de otoño, soy las pequeñas burbujas de aire entre la espuma de las olas; entonces respiro y puedo sentir que pertenezco a todos esos lugares, puedo sentir que estoy en casa.

Elisa Andrés Gil