Mirar como si fuese la primera vez

En la práctica de mindfulness se ejercita una actitud fundamental que llamamos “Mirada de principiante”. Javier García Campayo y Marcelo de Marzo en su libro Mindfulness, Curiosidad y Aceptación la definen así:

“Tendríamos que poder experimentar cada nueva situación o relación interpersonal como si fuese la primera vez que la vivimos, libre del recuerdo de nuestros estereotipos y prejucios, consecuencia de nuestras experiencias previas, que nos impiden ver la realidad tal cual es. Así, cada práctica de mindfulness es, en verdad, una nueva experiencia, y hay que estar abierto y con curiosidad ante todo.”

¿Y si fuésemos capaces de trasladar esa actitud a nuestra vida cotidiana? ¿Cómo será vivir mirando el mundo como si fuese la primera vez? Suena difícil, quizá un poco ingenuo, como suenan casi todas las cosas sencillas que quien sabe porque, un día dejamos de hacer.

Así que me he propuesto ponerlo en práctica y he descubierto que si pones intención y actitud, es posible y el resultado es…, mejor dejo que cada uno de vosotros y vosotras pongáis la palabra que lo defina cuando lo experimentéis.

Os contaré que una mirada atenta ycopoClara nueva al mundo que me rodea me proporciona la misma emoción de las primeras veces. Hace un par de días nevó y nos dedicamos a mirar cada copo de nieve en atención plena; mirados en detalle son hermosos y perfectos y tan efímeros… Uno de ellos cayó sobre mi cabello y pudimos fotografiarlo. Me preguntaba cómo una partícula de polvo capturada por una gota de agua y sometida a bajas temperaturas, ¡tachán! se convierte en esta maravilla; no, no es magia, es la vida en acción. La foto es de Clara Pérez Urieta, que capta con su mirada atenta preciosos momentos de la naturaleza en sus fotos.

Cada día intento mirar el pueblo donde vivo con la mirada del viajero que descubre un lugar por primera vez, dedicando toda mi atención a mirar cada detalle de sus casas, sus calles y plazas descubriendo significados nuevos a historias antiguas.

Y en las relaciones personales se trata de una actividad muy intensa que te conecta con lo más profundo del otro. Una práctica de mirar durante 3 minutos al otro en silencio, en la que, pasados los primeros segundos de desconcierto y una vez te relajas, entras en contacto con el otro, con su esencia y con todo los que nos une solo por el hecho de ser dos personas. Muy recomendable para hacerlo en pareja.

Os dejo esta tira del maestro Liniers, en la que resume lo que quiero transmitir, que en definitiva se trata de practicar la capacidad de mirar como si fuese la primera vez.

Elisa Andrés Gil

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Bosques para vivir mejor

Minientrada

Nuestra aportación en esta semana en la que se está celebrando la Cumbre por el Clima en París es este vídeo que realizamos hace un tiempo por encargo del Gobierno de Aragón en el que contamos el papel de los bosques en la mitigación del cambio climático.

Para estar bien necesitamos que la Tierra también lo esté.

 

Pertenencia a un lugar

Después de muchos meses de estudio y práctica de mindfulness, comienzas a ser consciente de los cambios que se producen en ti. Se trata de un proceso profundo en el que quizás lo más potente es la oportunidad de ser consciente de quien eres, algo que podría parecer evidente pero resulta que no lo es tanto. Comienzas a despertar y a descubrir tu esencia, la vida, eso que eres y que estaba cubierto por deseos, apegos, aversiones, percepciones… Como siempre comentamos con el grupo de estudio del Master en Mindfulness, ya nada volverá a ser como antes.

Al cambiar tú, la relación con el “mundo” se transforma y todo a tu alrededor aparece de un modo nuevo. Es difícil de explicar con palabras, pero sencillo de sentir y vivir. Os lo cuento con un ejemplo:

Desde que recuerdo siempre he dicho que yo no me siento de un lugar concreto. Nací en Zaragoza, viví en un pueblo de Teruel unos maravillosos años de infancia y ahora vivo en las montañas, he viajado a muchos países, he recorrido diferentes bosques, ríos, montañas, desiertos y siempre, en cada uno de esos lugares, he sentido que pertenezco a esos paisajes.

Cuando soy la esencia de mi misma, siento la Tierra bajo las plantas de mis pies y consigo conectar con mi pequeña parte de polvo cósmico que un día fuimos y entonces soy el amarillo de los atardeceres, soy el sonido del viento de norte, soy la maravillosa perfección de un copo de nieve, soy la hoja que cae del árbol movida por el suave viento de otoño, soy las pequeñas burbujas de aire entre la espuma de las olas; entonces respiro y puedo sentir que pertenezco a todos esos lugares, puedo sentir que estoy en casa.

Elisa Andrés Gil

 

 

 

Círculo de Otoño

Voy paseando y no puedo evitar mirar todo el tiempo al suelo, el sendero está cubierto de hojas de todos los colores, hojas rojas, amarillas, verdes. Las hay redondas, alargadas, en forma de corazón… Observo que hay hojas del álamo temblón de diferentes colores, y recuerdo que eso es así porque en el proceso de caída del árbol, pasan por diferentes estados.  Conforme los días comienzan a ser más cortos, la disminución de horas de luz provoca que la producción de pigmentos en las hojas disminuya. Por ejemplo, la clorofila que es la responsable de dar el color verde a las hojas, en cuanto empieza a acortar el día se descompone y las hojas comienzan su proceso de “decoloración”.

En el vídeo hemos grabado el paso del verde al rojo en las hojas de la tremoleta, que es como llamamos en las montañas al Álamo Temblón, un árbol de la misma familia que los chopos que crece junto a ríos y zonas con humedad. El nombre viene de temblar, ya que el “rabito” que une a las hojas con la rama es muy largo y cuando es movido por el viento parece que todo el árbol tiembla.

Ha sido una actividad muy entretenida que podéis hacer solos o también con vuestros hijos, seguro que les encanta. ¿Te animas y compartes con nosotros tu Círculo de Otoño?.

Mindfulness en la naturaleza

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C. Sanderson define mindfulness como “Allí donde esté tu atención, eso es la vida para ti en ese momento dado”

Hoy hemos subido a las alturas y nos hemos sentado junto al ibón. Mirando hacia las montañas hemos dejado que nuestros sentidos reciban colores, sonidos, aromas y sensaciones. Conectados con nosotros mismos y con la Tierra. Momentos de atención plena que aumentan nuestra presencia. Instantes que son la vida real.

 

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¿Pueden cantar los árboles?

Durante la primavera trabajamos en la conservación de la orquídea Zapatito de Dama, una planta preciosa, muy rara y protegida que recibe muchas visitas de personas aficionadas a la botánica, fotógrafos de naturaleza o personas amantes de las orquídeas. Hoy ha venido a verlas Oriette, ha llegado con paso lento pero firme, apoyada en dos bastones y con una gran sonrisa me ha dicho en español: “Buenos días señora, ¿se pueden visitar las flores?. Nos hemos acercado a verlas y a cada paso mostraba su entusiasmo por lo bonitas que estaban, por el cielo tan azul que había esta mañana, mientras charlábamos el viento soplaba fuerte y movía los árboles, entonces me ha enseñado algo precioso: “Si escuchas atenta puedes oír el canto de los árboles; el viento al moverlos suena diferente al pasar entre las hojas de una haya que entre las agujas del pino o entre las grandes hojas de un fresno” Y así hemos estado un rato, escuchando el canto de los árboles, compartiendo un hermoso momento con una persona que acababa de conocer y era como si siempre hubiésemos estado juntas, se había producido ese momento de conexión entre dos seres humanos.

Después me ha contado que tiene 90 años, que ha venido sola conduciendo desde Toulousse para ver las orquídeas y pasar un día en España, me ha confesado que le encanta venir aquí, donde la gente es amable y la naturaleza espléndida.

Así que en recuerdo de esta visita tan inspiradora he pensado que hoy iba a hacer mi práctica de meditación mindfulness en los árboles. Me he sentado y he focalizado mi atención en observar como el viento mecía las hojas, como algunos se inclinan y no ofrecen resistencia al viento y como otros permanecen erguidos, fuertes. A los pocos minutos de atención constante en la contemplación del bosque se van revelando todos los detalles y ya no es un bosque uniforme, puedo ver las diferentes siluetas de las hojas: de los abedules, pequeñas y dentadas, del haya planas de un color verde fosforito, las del mostajo, arrugadas y blancas por debajo. Y respiro, y con la inspiración me viene un pensamiento de gratitud hacia Oriette que hoy me ha dado una lección de entusiasmo por la vida y me ha hecho un regalo precioso: siempre que quiera podré escuchar cantar a los árboles.

Oriette                                                                                                                        Elisa Andrés Gil

El paseo y el canto de los pájaros

Hoy he salido de paseo con la idea de hacer ejercicio, caminar rápido, casi corriendo. Ha llegado la primavera y con ella los días llenos de luz y también las ganas de ponerme en forma y perder algunos kilos.

Pero no he podido, me ha resultado imposible. Creo que desde la entrada de mindfulness en mi vida ya nada es como antes. Antes los paseos estaban muy bien, caminaba rápido por las montañas, podía ver una espléndido paisaje pero me perdía docenas de momentos; mi mente iba ajetreada pensando en lo que había ocurrido ese día, en lo que iba a hacer mañana o en lo que había dejado de hacer por estar caminando. Además me marcaba como objetivo, al menos dos horas de caminar rápido para que sirviesen como ejercicio aeróbico.

Pero ahora ya no se trata de un paseo ni de hacer ejercicio, ahora salgo a caminar y, simplemente, me dejo llevar y soy yo con la naturaleza. Siento las plantas de mis pies sobre la tierra, a través de las zapatillas los dedos conectan con el suelo y me siento ligada al lugar que piso. Camino más despacio, porque de ese modo se producen momentos en los que siento que formo parte de ese lugar y los colores de las flores son más intensos y la luz sobre esa ladera de la montaña me llega de otra forma. Y puedo escuchar, creo que antes oía, ahora escucho. Descubro cuantos pájaros Iphonespring14 080distintos cantan en el bosque. Y me quedo anclada en el canto de la Curruca capirotada un pequeño pájaro que se camufla entre las ramas y hojas del bosque y que en este lunes de primavera no deja de cantar. Allí me quedo un buen rato siendo yo también curruca, formando parte de ese lugar.

Y por la noche pienso en las razones por las que cantan los pájaros, cantan al amanecer y al anochecer para marcar su territorio, cantan fuerte y alto los machos para decirles a las hembras que los elijan a ellos como padres de sus pollos, cantan para mantener los vínculos cuando se agrupan. Un día me preguntaron si los pájaros cantan cuando se sienten felices, quien sabe, nosotros cantamos cuando estamos contentos, yo creo que los pájaros nunca están tristes.                                                                                                                                                                                                                                                    Elisa Andrés Gil

Los bosques y el bienestar

ACTIVIDAD TRASLADADA AL DÍA 29 DE MARZO

Los bosques y el bienestar, es una actividad programada dentro del programa de dinamización del centro de interpretación del Paisaje Protegido de  San Juan de la Peña y Monte Oroel (Huesca).

Celebraremos el Día Mundial de los Bosques con un paseo mindfulness para disfrutar y conectar con la naturaleza.

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La idea de unir Mindfulness o Atención Plena a la/en la Naturaleza no es nueva, aunque en España no se prodiga demasiado. Hace ya unos años se acuñó una palabra nueva en Japón, ‘Shinrin –Yoku”  para definir lo que llaman “baños de bosque”, también, en algunos hospitales de EE.UU. a los pacientes hospitalizados  se les “receta” paseos mindfulness por los recintos ajardinados del hospital, por último citar la aparición de una nueva corriente relacionada con los niños en la que el escritor Richard Louv describe el trastorno por déficit de naturaleza en los niños , en la que se estimula a las familias a disfrutar de campo, sin miedos, como elemento fundamental y necesario en la formación de la vida de un niño/a.

Será el domingo 29 de marzo y partiremos desde el Centro de Interpretación situado en el Llano de San Indalecio donde se sitúa el Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña. La actividad es gratuita y está dirigida a público adulto.

Las plazas son limitadas y es imprescindible la inscripción previa en el siguiente mail; info@foratata.com

El acebo y el mindfulness

La semana pasada hice un retiro de Mindfulness en Zaragoza, de una jornada, en silencio y con el apoyo de una persona que guiaba las practicas. Esta actividad formaba parte del Máster en Mindfulness de la Universidad de Zaragoza y en ella, se repasaron la mayor parte de los ejercicios propios de la Atención Plena.

El Body Scan  se hizo cuando ya llevábamos unas horas de silencio, y la persona que dirigía el retiro lo comenzó con sumo reposo y tranquilidad. Puedo recordar, y no con desagrado, que del tobillo a la rodilla pudieron pasar más de cinco minutos.

Una semana después salí al campo, había nevado y hacía frío, pasé por delante de un arbusto, un acebo, miré una de sus ramas con los frutillos rojos, hojas alrededor y unos copos de nieve espolvoreados por encima. Recuerdo que pensé ¡que chulo! Pero sin intención de detenerme, el cuerpo y la mente estaban proyectados hacia el camino.

Y entonces, me detuve…”si es tan chulo ¿Por qué no te detienes?”. Ahí me quedé unos cuantos minutos. Pude ver unas hojas verde intenso, duras, resistentes, con unos pinchos de aúpa, con heridas en su superficie de alguna larva u hongo; unos frutos rojos intensos que aguantaban las heladas sin congelarse y la nieve por encima en paracebo-arañate convertida en hielo por la bajas temperaturas de la noche anterior. También había un nidito de una araña (lo podéis ver en la foto) que por el frío yo creo que ni se movió por mucho que me acerqué. Ahí estuvimos los dos, bueno los tres por un buen rato. En realidad estoy seguro que estábamos muchos más. Los pájaros, el viento, los que estáis leyendo esto ahora…..

Pasado un tiempo pensé, he estado a punto de no detenerme y la semana pasada en el body scan estuve diez minutos mirándome el ombligo, ¡casi literal! …..y tomando conciencia de mis sensaciones, mis emociones, mis pensamientos.

¿No hay muchos “mis”?, ¿no será mindfulness un poco antropocéntrico?, ó ¿es que tiene que serlo por esa faceta terapéutica que le hace enfocarse predominantemente en la persona?, ¿deberíamos enclavar al ser humano como un elemento más como lo es el acebo, la araña friolera, el viento y este instante en el que yo escribo y tú lees?

Ojalá que en el próximo retiro, la persona que lo dirigió con tanta sensibilidad, se tope con mi acebo y compañía.

Fernando de Frutos