Hoy he salido de paseo con la idea de hacer ejercicio, caminar rápido, casi corriendo. Ha llegado la primavera y con ella los días llenos de luz y también las ganas de ponerme en forma y perder algunos kilos.
Pero no he podido, me ha resultado imposible. Creo que desde la entrada de mindfulness en mi vida ya nada es como antes. Antes los paseos estaban muy bien, caminaba rápido por las montañas, podía ver una espléndido paisaje pero me perdía docenas de momentos; mi mente iba ajetreada pensando en lo que había ocurrido ese día, en lo que iba a hacer mañana o en lo que había dejado de hacer por estar caminando. Además me marcaba como objetivo, al menos dos horas de caminar rápido para que sirviesen como ejercicio aeróbico.
Pero ahora ya no se trata de un paseo ni de hacer ejercicio, ahora salgo a caminar y, simplemente, me dejo llevar y soy yo con la naturaleza. Siento las plantas de mis pies sobre la tierra, a través de las zapatillas los dedos conectan con el suelo y me siento ligada al lugar que piso. Camino más despacio, porque de ese modo se producen momentos en los que siento que formo parte de ese lugar y los colores de las flores son más intensos y la luz sobre esa ladera de la montaña me llega de otra forma. Y puedo escuchar, creo que antes oía, ahora escucho. Descubro cuantos pájaros distintos cantan en el bosque. Y me quedo anclada en el canto de la Curruca capirotada un pequeño pájaro que se camufla entre las ramas y hojas del bosque y que en este lunes de primavera no deja de cantar. Allí me quedo un buen rato siendo yo también curruca, formando parte de ese lugar.
Y por la noche pienso en las razones por las que cantan los pájaros, cantan al amanecer y al anochecer para marcar su territorio, cantan fuerte y alto los machos para decirles a las hembras que los elijan a ellos como padres de sus pollos, cantan para mantener los vínculos cuando se agrupan. Un día me preguntaron si los pájaros cantan cuando se sienten felices, quien sabe, nosotros cantamos cuando estamos contentos, yo creo que los pájaros nunca están tristes. Elisa Andrés Gil
No sé Elisa … creo que los pájaros como el resto de los animales a su manera también tienen altibajos emocionales … he tenido a lo largo de mi vida compañeros alados casi todos nacieron en cautividad y los que no estuvieron con nosotros hasta que pudieron darse vida por si solos … de todos ellos recuerdo con mucho cariño un agaporni hembra manca y genial que nos encontramos colgando de la rama de un aligustre como un higo chumbo perika la llamamos convivió con nosotros unos cuantos años y era un ser inteligente que supo ganarse nuestro cariño y porque no nuestra admiración …con lo pequeña que era y aparentemente indefensa chuleaba a su antojo a misinico… claro que este es un bendito y se dejaba hacer … la acepto sin ningún reparo como otro miembro de la familia. Perika tenia cambios de humor a veces estaba mas eufórica otras veces un poco mas apagada y no es que le quiera atribuir sentimientos humanos a un pájaro pero cuando convives con animales te das cuenta que no somos tan diferentes … misinico sueña y tiene pesadillas y se sobresalta con ellas … y reclama afecto … Perika también lo hacia … tu que convives con gatetes lo sabes bien … no se tal vez nos une mas cosas de las que imaginamos… De pequeña tuvimos una cardelina que no recuerdo bien como llego a casa creo que se la encontró mi padre herida en la fabrica, una mañana la encontramos muerta en la jaula se suicido clavándose el pico en el cuello … tal vez no soporto la perdida de libertad… tal vez …
A seguir disfrutando de esos paseos linda curruca … besos.